
El dominicano más dominicano de todos. Se puede decir que José Serapio Reynoso del Orbe fue la primera persona en poner en acción la conciencia inicial respecto a la existencia del pueblo dominicano. Esto se logró el 25 de febrero de 1805 en Santiago de los Caballeros durante la invasión haitiana de Jean Jacques Dessalines y comandada por Henri Christophe al, como líder del departamento del Cibao (que comprendía la totalidad del norte de la parte española de la isla), tomar la decisión de hacerle frente a los invasores. Esta acción heróica, si bien fue un fracaso por lo mencionado más adelante, la tomó en un momento cuando se sabía que las tropas invasoras eran muy superiores en número y armas, además de mejor disciplinado. A pesar de ello, se optó por la defensa de un pueblo que desde hace mucho se perfilaba como diferente por cuestión de idioma, costumbres, modo de vida, etc. Veamos quién fue este gran señor llamado José Serapio Reynoso del Orbe.
Orígenes

Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento. Lo que se puede decir es que nación en el siglo XVIII en La Vega como hijo natural del hacendado vegano José del Orbe. Es oportuno señalar que era mulato, es decir mezcla entre blanco y negro o español y africana. Su padre biológico lo reconoció y lo educó a la par de y juntos con sus hijos legítimos (quienes eran sus medio hermanos). No se le dio un trato de indiferencia o de rechazo como sucede en algunas situaciones de hijos naturales.
Gobernador del Cibao
Durante el periódo 1802 a 1809 se conoce como la Era de Francia por la parte española de la isla estar bajo dominio del gobierno francés. De hecho, poblacionalmente habían unos 2,000 franceses que tenían el poder sobre la masa de los dominicanos quienes descendían de españoles, africanos y mezclados entre españoles, africanos y taínos; con la ascendencia francesa siendo tan poca que era nula casi.
Los galos acaparraban los puestos políticos y los altos mandos militares. La parte española de la isla la tenían dividida en dos departamentos, el departamento del Cibao en el norte y el departamento del Ozama en el sur. Ambos departamentos tenían comandantes franceses elegidos por el gobernador francés Jean-Louis Ferrand.
La diferencia que supuso la implantación de un gobierno afrancesado a un pueblo hispanoamericano como el dominicano produjo roces sociales. A tan sólo unos meses de iniciar el mando francés en Santiago de los Caballeros, capital del departamento del Cibao, el descontento de los lugareños culminó el 15 de octubre de 1804 con una conmoción entre dominicanos y franceses que incluyó una pequeña batalla que dejó a un poco más de dos docenas de personas muertas. En el intento de apaciguar el disturbio y tranquilizar a los dominicanos, el gobernador Ferrand le dio la libertad a los cibaeños en elegir el comandante que reemplazaría al general Deveaux. Es en este contexto que los cibaeños eligen por vía del voto a José Serapio Reynoso del Orbe como gobernador y comandante de armas del departamento del Cibao.
Significado de ser elegido como gobernador

Un aspecto al que no se le ha dado la atención e importancia que se merece es el significado que tiene que José Serapio Reynoso del Orbe sea elegido como gobernador por voto de los dominicanos. Pues se trata que José Serapio Reynoso del Orbe fue el primer dominicano en ser elegido a esa posición en todos los tiempos, ya que antes estos puestos eran ocupados por extranjeros sean oriundos de España en la península ibérica o, en este caso, de Francia. A esto se le añade otra cosa y es que si bien para ese entonces la población de Santiago era blanca en su mayoría, eligieron a un mulato. Es decir, la raza y/o tener sangre africana mezclada en sus venas no fue impedimento alguno por parte de los dominicanos, una costumbre que se mantiene hasta hoy día mayormente. Entonces aquí tenemos un caso en que por primera vez un dominicano y, por demás, un mulato producto del mestizaje entre españoles y africanos, ocupa por decisión de una población blanca en su mayoría para que los gobierne y los represente ante un gobierno, que era el francés, constituido en su totalidad casi de blancos, y en los años iniciales del siglo XIX. Una persona que haya logrado esto debería tener estatuas, parques, calles, autopistas, aeropuertos, etc nombradas en honor a su memoria.
Defensa en 1805
Ante la amenaza de la invasión militar haitiana que iba rumbo a Santo Domingo y la columna norte debía pasar primero por Santiago, José Serapio Reynoso del Orbe se vio en la necesidad de tomar una decisión. Henri Christophe había mandado una pequeña delegación del lugar donde se acampaban las tropas haitianas en la zona de Gurabo (hoy un suburbio de Santiago, en aquel entonces un área rural afueras de la ciudad) a la gobernación del departamento del Cibao que se encontraba en Santiago. Al recibir la noticia que las tropas haitianas querían asegurarse que Santiago no les iba hacer ningún daño al ellas pasar por su cercanía y territorio rumbo a Santo Domingo. Es oportuno señalar que al hacer este gesto las tropas haitianas, están reconociendo la legitimidad del gobierno que representa José Serapio Reynoso del Orbe. En esencia, los haitianos querían que los dominicanos fueran complices de lo que los haitianos pretendían hacer.
La reacción de José Serapio Reynoso del Orbe y el gabinete fue de tal desagrado, que decidieron hacerle frente a las tropas haitianas en un intento de defender la parte española. Aunque el ataque bélico de los dominicanos a los invasores haitianos fue muy sangriento y produjo mucha confusión, y a José Serapio Reynoso del Orbe se le atribuye dar ejemplos de actos de valentía mientras estaba en plena batalla; fue de los dominicanos en ser asesinados por las tropas haitianas con una bala que le dio por la espalda mientras peleaba, tumbándolo del caballo que montaba. El odio que le tenían las tropas haitianas a José Serapio Reynoso del Orbe, y por consiguiente a los dominicanos, fue tan intenso que aún estando muerto con su cadáver irreconocible por el desfiguramiento y la polvadera que lo envolvía, que cada vez que le pasaban por el lado militares haitianos le daban al cadáver con su bayoneta, como si tenían miedo que después de muerto se iba parar.
Recordemos una vez más que José Serapio Reynoso del Orbe era un mulato y, al parecer, tener sangre africana mezclada en sus venas significó nada a los haitianos, juzgando por el desprecio tan intenso que le tenían a el y otros mulatos y negros dominicanos que fueron asesinados por las tropas invasoras. Se supone que si tener origen negro aunque sea en parte haría que otros negros le dieran un trato más benigno, aún sea una represalia, que en odio tan intenso que sentían los haitianos no debería de ocurrir, de hecho desfiguraron a más de la cuenta el cadáver del primer gobernador dominicano en la historia que actuó en defensa de su pueblo querido.
Conmemorando su memoria en La Vega
Hoy existe muy pocos recuerdos de José Serapio Reynoso del Orbe en la República Dominicana, a pesar de la importancia que tuvo este señor para que se le respete su pueblo, el dominicano. Esto sin contar el hecho que fue el primer gobernador dominicano en todos los tiempos. Es algo lamentable y que debe corregirse con el nombramiento en su honor de una infinidad de calles, parques, sectores, etc por todo lo largo y ancho de la República Dominicana; además del levantamiento de múltiples estatuas y monumentos a su honor por todo el país incluyendo Punta Cana.
Sin embargo, existe una calle en La Vega que lleva su nombre y se encuentra detrás del Mercado Municipal. Aunque es un gesto muy bonito de su pueblo natal, se debería mover el nombre al aplicársele a una de las avenidas principales de La Vega y en un espacio en la misma que las autoridades levanten un monumento a este gran señor.
Otro dato, y con esta concluyemos, es que en los alrededores de La Vega todavía existen familias con los apellidos Reynoso y Del Orbe. La ascendencia directa e indirecta de los dominicanos de hoy de los alrededores de La Vega es mucho más extenso que sugiere portan uno de los apellidos por situaciones que ocurren como cambios de apellidos, matrimonio de mujeres, etc.